Estudié en el Colegio Refous; este colegio era muy orientado hacia las matemáticas, aproximándose hacie el tema de una manera poco convencional. En décimo, además de la trigonometría convencional, tuve que ver una materia llamada MM7 (Matemáticas Modernas 7), en esta materia veíamos algo de raíces, y adicionalmente temas como órdenes naturales y toopologías, cosas que típicamente solo ven estudiantes de matemática pura. El 90% de las persoas pierden esta materia y tiene que recuperarla, o incluso pierden el año por la misma; afortunadamente para mi, no fui ninguno de estos casos. Creo que el punto de hacernos ver esta materia, que casi ninguno de nosotross utilizaremos jamás en la vida, era hacernos obtener cierto grado de disciplina y sacrificio para el estudio, pues eraa la única manera de entender algo, y de que la profesora ayudara a la gente a pasar al curso al final.
Adicionalmente, debo decir que hay personas a las que estar expuesto me ha ayudado profundamente en mi procesod e aprendizaje, no solo académico, sino en general. Una de ellas es el rector de mi colegio, Monsieur Roland Jeangros. Una hombre de Suiza que vino al país hace mucho tiempo, se desempeñó como rector del colegio Helvetia, para luego fundar mi colegio. Es un hombre humilde, disciplinado, que a sus casi 90 años, y después de resistir mucho en la vida, se ve duro como un roble. Es una persona que considero tiene una grandísima sabiduría; y, a pesar de lo duro que puede parecer a veces, como rector jamás ha tenido otro objetivo que hacernos mejores personas, hacernos ser mejores, y ver el mundo de otra manera, no rendirnos ante las trampas que nos tiende el mundo. Desde sus clases de Música, donde podíamos ecuchar desde West Side Story hasta Metallica; pasando por sus clases de informática en 11 aprendiendo dobre fractales e iteraciones, incluso hasta espacios culturales que nos permitía, que incluían la celebración de su cumpleaños, a la cual asistía para quedarse en el último extremo como el menos importante de los asistentes, le agradezco a este hombre por hacerme ver el mundo de otra manera, sin importar cuan doloroso fuera.
Juan Esteban: me impresiona su narración. Me contagió del sentido de pertenencia que siente por su colegio, de la profunda admiración por el rector, de los esfuerzos para lograr sus objetivos. Esto me devuelve a una conversación que tuve con una persona muy cercana sobre el sello que imprimen los colegios. El colegio podría entenderse como una cultura, en las que aprendemos a vivir y nos marca "para lo que fue y será", ya sea porque nos oponemos a ella o porque la valoramos y adoptamos. ¿Cómo lo ve?
ResponderEliminarComparto lo que dice; en mi caso personal, me sentí muy beneficiado por la mayoría de las experiencias que viví en esa etapa de mi vida. Aunque de igual manera, como usted lo dice, hay personas para las que estudiar en un colegio como el mío fue traumático, hasta el punto de terminar odiándolo e irse, no era para todos. En cualquier caso son experiencias que nos ayudan a formarnos, para bien o para mal, y que debemos valorar. Es cierto que el colegio podría entenderse como una cultura; personalmente siempre he pensado que el mayor aporte que nos hace el colegio es formarnos como personas, imprimir un cierto carácter en nosotros; a la final cualquier colegio puede enseñar a derivar, a hallar ángulos y a hablar inglés, algunos mejor que otros, pero la huella indeleble que nos queda es el efecto que tiene sobre nuestra personalidad. Nunca he sido partidario de la idea de que nuestro comportamiento viene dado por nuestros padres o está simplemente predeterminado, pienso que las experiencias y los ambientes en los que nos desarrollamos nos afectan profundamente; a edades en las que somos tan permeables como lo son la niñez y la adolescencia, nuestros amigos y profesores tienen un gran efecto a largo plazo en nosotros.
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